Real Madrid 2
Futbol Club Barcelona 1
El conjunto azulgrana cayó ante el Madrid en el último escenario donde podía dar una alegría a la afición pero Di Maria y Bale dinamitaron, otra vez, la endeble defensa del Barça. Bartra marcó de córner para dar un halo de esperanza que diluyó el 11 blanco, a tres minutos del final, con un golazo digno de su precio.
Se requería un cirujano que cerrase la herida, alguien que cogiese el bisturí de una vez y le diera solidez a un equipo que estaba ante la posibilidad de perder su tercer título en una semana. Con todas las dudas pertinentes en el entramado defensivo del Barça, cuestionado por sus últimas actuaciones y el Madrid sin Cristiano, pero con Bale y Di Maria, sobre el papel la baja más sensible de los blancos, pero un hecho que no variaba el planteamiento de Ancelotti contra el Barça, se batían en duelo dos grandes para llevarse el primer título de la temporada.
No hubo tiempo para esperar el toque culé, la profundidad de sus laterales o la genialidad de sus cracks porque 'el Fideo' ya había puesto tierra de por medio. Otra copia exacta del mal del Barça, contra bien llevada por el contrario y ocasión de gol. En este caso la enganchó Di Maria y no falló, mala basculación defensiva del Barça que no supo organizarse ni en esta, ni en ninguna de las contras del Real Madrid. Con el marcador en contra, los de Gerardo Martino tuvieron el balón y el Madrid se cerró. Solo con orden, los blancos obligaron al Barça a utilizar un plan inusual, llevado acabo en los últimos partidos y totalmente improductivo: los centros. Alves se hinchó a centrar hacia Messi y su posición inocua de 9, o las entradas de Neymar o la entrada del lateral opuesto eran el plan de un equipo sin profundidad ni ideas en el primer tiempo.
El Madrid perdonaba y el Barça estaba al borde del abismo. Un segundo gol del equipo merengue dejaba a los azulgrana muertos y enterrados, Pinto paró lo que debía y lo demás lo fallaron entre Bale, Benzema y Di Maria. La posesión y alguna genialidad de Iniesta eran las bazas de un Barça estancado, que lo intentaba con más ímpetu que fútbol. No fútbol en general, sino su fútbol. Una práctica en ataque, basada en la movilidad, el ritmo y la profundidad como grandes armas para batir a las defensas ordenadas. El Barça movió pero sin fluir, lo intentó explicar sin argumentos y careció de opciones claras para igualar el partido. Aunque lo igualó. De la última manera que esperaba Mestalla, de corner. No lo hizo Marc Bartra, lo hicieron sus ganas de competir y ganar esa final; con sus errores y virtudes, el de Sant Jaume dels Domencs fue un ejemplo para sus compañeros y dio la talla jugando infiltrado.
El gol de Bartra hizo hervir al Barça, siguiendo con las mismas credenciales que todo el partido pero empujado por su afición, Messi y compañía parecieron sacar el orgullo para llevarse la Copa pero en el último tramo apareció Bale. Aquel jugador del que se oyeron barbaridades sobre su rendimiento condicionadas por su precio, ayer tuvo en sus botas dos veces la final y a la tercera ganó el solo. Arrancó en el centro del campo, dejo a Bartra en el olvido y marcó ante Pinto por el palo corto. El Barça había muerto, el equipo que hace una semana optaba a todo se quedó vacío de títulos; los catalanes volvieron a padecer un mal común durante toda la temporada, los contragolpes. Esta vez les costó un título y perdieron la última opción de dar una alegría a su afición.
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