El Fénix es aquella ave mitológica que después de morir renace de sus
cenizas para volver con toda su gloria. Cada lance, batalla o guerra en las que
puede morir, son solo un entrenamiento para hacerse más fuerte, cada vez que
renace, sus cualidades se perfeccionan hasta reinar entre todos sus rivales. En
este caso reinar en un terreno de juego, en el área contraria. El futbolista
'más Fénix' de todos apareció en Lisboa para reivindicarse ante los ojos de medio
mundo, el Indio de Camas hizo, más que un gol, un ejercicio de superación
envidiable. Allí, en el Estadio da Luz, se erigió una figura por encima de las
demás que merecía su recompensa de una vez.
Es cierto que Sergio Ramos no es el futbolista más oportuno de la Tierra
y que a veces, si tubiera la boca cerrada, se le tendría mucho más respeto del
que se le debería tener al futuro capitán de España y del Real Madrid. Pero
este no es el caso. A Ramos le han dado a diestro y siniestro, el 'camero' ha sido
el hazmereir de España fuera de los terrenos de juego, por muchas meteduras de
pata que ya conocemos todos, y alguna que otra vez dentro de ellos. Llegó en
2004 al Real Madrid donde ha crecido a base de lecciones, primero se la dió
Ronaldinho, luego Messi, entre otros, y mientras el máximo rival reinaba en
Europa. 'La Décima' se iba acercando y con ella Sergio Ramos crecía. Se cortaba
el pelo, curioso pero coincidente, y se asentaba como uno de los mejores
centrales de la época, iba mejorando después de cada recaída.
Fallar el penalti
contra el Bayern en 2011 y estar tan cerca ante el Dortmund al año siguiente,
fueron dos derrotas que forjaron a un central imperial. En la selección siempre
ha tenido un papel más discreto hasta la Eurocopa de 2012, a la sombra de Puyol
y Marchena en Suiza y de Piqué en Sud Africa, aunque se desplazó al lateral
Ramos nunca tuvo actuaciones espectaculares.
Después de todo lo sucedido, al sevillano le llegó LA oportunidad. Fue
en Munich, el 29 de Abril de este año, cuando Ramos puso al Madrid en la Final
de la Champions con dos cabezazos, dos golpes ante Neuer, quien se mofó de él
hace un par de años, y ante toda Europa. Con las manos en las orejas, como hizo
en Lisboa la semana pasada, pareció decir que les quería escuchar gritar su
nombre. Un nombre del que tanto se habían mofado. Esos dos partidos fueron la
culminación de un camino de espinas donde el 'camero' solo se cortó para tener
más resistencia, para madurar y curtirse de unas críticas que le han hecho ser
lo que es ahora. El mejor central del mundo.
PD: Si España sale campeona del Mundo, no duden que Sergio Ramos estará
entre los finalistas del Balón de Oro.
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